jueves, 20 de mayo de 2010

Callada marea

Como callada marea
    que sumerge indiferente a nuestros cuerpos/
como callada marea que memora
    el degüello de nuestros ojos estupefactos/
como callada marea/
¡así se anegan las conciencias!
Charcos son    de suburbios abandonados.

Aparto un poco mi corazón
    de esta ruta pedregosa que transito.
Se parte en mis labios    entre tanto
    la tibia almendra de tus besos.
Algo distinto al mundo
removiendo un poco mi dolor.

Las tinieblas recónditas del Hombre se agazapan/
    para dar el zarpazo final
        sobre la cúspide vacía de sus vértebras.
Alas de aluminio moldean los crisoles
    mientras su espíritu/    pesado se mueve/
        entre las calles desteñidas.

Pasa el cardumen celeste
    quebrando divinas tansparencias/
Es el tiempo que cabalga
    sobre el perfume de rosas cultivadas.

Duermen las multitudes
    y en sus manos el fusil...
El fusil que ignora el sueño/
El sueño que es al fin/
lamentable y triste/
centro borroso de su blanco.

Autor: Juan C. L. Rojas

viernes, 14 de mayo de 2010

Retazos

Lágrimas a flor de la pupilas...
Momento justo en que se funden nuestras almas
    a pesar de la higuera
        y su sedienta pasión de florecer.

Ya lo sé
    son excusas para segar los míos
        tu siembra de besos en el aire.

Ultimo cogollo de flor y fruto
    devoró mi boca...
más sangró el adiós
    anhelando morir el día.

Entre los dedos del corazón
    se escabulle la tarde
        y no pueden
detener mis manos
    el triste vibrar
        de la caja oscura de la noche.

Voy a perdonar nuevamente
    a este muelle...
¡Maldito muelle
    que obsecado sacude mi sangre!
Van a olvidar mis ojos
    el desnevar violento de sus cumbres.

Ya sé que hay en ti
    un rincon donde habito
        en retazos que te duelen.

Dejo correr este río.
Bajo el puente de mis venas
    transcurren sus fragores.
Lo dejo correr
    hacia la pequeñez del mar.

¡El mar!
¡Cuán pequeño habrá de ser!

Autor: Juan C. L. Rojas

jueves, 13 de mayo de 2010

Dónde, el Capitán

¡Oh, dónde estarás luminoso ser
    que ante mis ojos sólo extiendes
        paisajes    de ondulantes trigales!
Lejano/
    con la paleta de mis pecho pintas
en el horizonte
     sabanas    de tierna aurora.

No entiendo qué llama cruel devoró el nidal
    de esperanzas/    de sueños/
¿Qué chispa errante anduvo desde el confín?

Ya no vislumbro a veces más que crepúsculos/
una cuña afilada que baja como hacha redentora/
Apocalipsis del mundo.

¿Dónde estarás
    Capitán de los mares
para que me enseñes
    la dureza inmutable del rostro            
        cuando embate en la proa
            la negra tormenta?

Desde el borde de la quilla    yo bajo
    esta explanada abierta del corazón.
Desembarco/
    en estas playas desconocidas del alma
donde salta la luz del verde follaje
y a poco de andar...
¡Sorpresivo rayo
    aflora lo umbrío!

¿Dónde estás
    para que tus ojos horaden 
        la pared ciega del alma/
al menos un orificio pequeño donde espiar
    la incógnita estremecedora del mundo?


¡Luz quiero/
    en este sombrío camino/
en el que marchamos a tientas
    sobre andariveles oscuros del instinto!


¿Dónde estarás para corregir
    este minado sentimiento
        que bombardea los campos de la sangre
    y empañan/    decoloran/
        mis tristes ventanas de otoños?

Dime
    ¿hasta cuándo estribará contra el viento
        mi henchido y solitario velamen
azotado en la cresta del bravío oleaje?


Una certeza queda/
    en este vendaval de incertidumbre y espumas...
¡no cederé aún el timón
    del crujiente maderamen
        a los duendes malditos del aire!


Autor: Juan C. L. Rojas

domingo, 9 de mayo de 2010

Doncellas enlutadas

Crece la reverberación opaca de este canto mío
   /ya oscuro/
que pretende disparar
   /su negra luz/
a ese subterráneo pensamiento que se cree espiritual/
A ese    testamento enmarañado
   que se enreda desde las uñas de los pies.

Arrojo al viento
   el amianto pulverizado de mis versos
que ya no aísla 
   esta jornada interminable de miserias.

Son poderosas lagartijas del desierto
   ¿verdad?
estas que escupen las palabras de credos ancestrales.
Estas que adensan
   el pantano fundamentalista.
Estas que ignoran asideros naturales.
Estas que imponen
   la condena  de piel sin sol...
   /in aeternum/
      velo de doncellas enlutadas.

Mas/ 
que no cante occidente que se cree liberado
   mientras arma su corbata/
que etiqueta la falacia de su propio embuste.

¿Cómo frenar este despojo insaciable
   /que arrasa/
      en nombre de teofilias irreverentes/
         que sólo ensalzan
             a dioses oscuros de la muerte?

¿Será que sólo la sangre y el dolor
   refresca la endeble memoria del hombre?

En el orillero confín del horizonte
   donde se yergue bendita la aurora
      ¿meditarán algún día estos dioses
         sentimientos de vergüenza
            al ver por fin
               su propia obra alumbrada?

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 7 de mayo de 2010

Canción de sorda sombra




 (A Cesar Vallejo)
                                                               "Hay golpes en la vida tan fuertes...
                                                                golpes como del odio de Dios;
                                                                como si ante ella,
                                                                la resaca de todo lo sufrido
                                                                se empozara en el alma..."
                                                                                          Cesar Vallejo



Y marchan los heraldos.
Canción de sorda sombra sus pasos.
En lacerados pechos sus sueños fantasmales/
...y crepita tibia la sangre lenta
   lanzando en las venas
      sus ruegos de sepulcros.
Gritando en el silencio
   para lavar su amargura
      de bohemias empecinadas.
"De oro amargo es el valle
y el trago es largo... largo...".


Devuelvo la esperanza...
Devuelvo a Dios...
¡Abandona    hermano    lo imposible amado!
Deja el canto... deja el llanto.
¡Oh, telúrico altar!...
¡Que me azote en las piedras profundas
   el voráz cataclismo!
En amargo retablo te escondes
   suicidio glorioso.
Mas si ella vuelve
   ¡cantará de fiesta su oro esbelto!



Y es    Noche Buena esta noche...
Quimera de luna...
Pálidos celajes...
Bandadas locas que pasan sobre las tristezas.
Por lo amado
   sangre de astros que sueñan lleva el amor.
A veces/
   silencio siniestro y penitente.

¡Cerca de la aurora    hermano
   partirás llorando!

¿Dónde andará la amada
   mientras canta el ruiseñor?
¿Qué celaje estará mirando
   en tanto ya sobre el amor
      el frío sube hasta los hombros?

Y marchan los heraldos del corazón
   a pesar de vislumbres de adioses
      y estrellas opacas
          en esta    Noche Buena.

Autor: Juan C. L. Rojas


domingo, 2 de mayo de 2010

Caminos polvorientos

Una voz de sonido añejo.
Una voz de siglos
     oigo resonar
         dentro del vaso casi seco del amor.

Trémulos reclamos son
    de bocas sedientas/
elegías son
    de sus tragedias.

Del cuerpo sonoro emerge
    la discordia existencial
        encendida entre la carne y el espíritu.
Ella abreva a las angustias/
    la divergencia irreflexiva del Hombre.

Los hombros etéreos de esa voz
    huelen 
        a secreciones malditas de falsos dioses.
Bajo sus pies
    el mundo ha hecho añico  
        la estela de los santos.

Como una alfombra de aserrín descuidado
así están
extendida sobre el barro
    las palabras anhelantes de los poetas.
Maderos deshojados
    de antiguos verdores.
Son astillas insuficientes
    /consumidas/
por la egolatría enquistada
    en el alma expandida del mal.

¿Dónde hallará alvio entonces
    mi sed
        construida de caminos polvorientos?
¿Dónde hallaré a la flor
    que iluminará mis ojos
refrescando sus iris cansados?
¡Ay, dónde encontrará mi pecho el aroma
    y el candor felíz de la armonía!

Los hombres habrán de regresar 
    /seguramente/
        a la luz de matorrales oscuros/
A recomponer en lo silvestre
    la selva intrincada de su razón.
Se hundirán en lo inhóspito
    hasta que aprendan a cantar
la canción diferente del amor.

...tal vez    algún día
ya no sonarán
las voces de ultratumba/
y ya no habrá endechas 
    en los vasos ateridos 
de nuestros pechos.

Autor: Juan C. L. Rojas


AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.