miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Poesía o narrativa?

¿Que interesa? ¿Poesía o narrativa? La elección es contundente. Está a la vista. La poesía es mirada de soslayo. Con cierta indiferencia; como cuando se mira algo inútil. "La poesía no interesa. La poesía no vende", decía un amigo, y tiene razón. Sin embargo... No siempre, por el hecho de que algo surge por elección mayoritaria, significará lo superlativo, lo bueno, lo correcto. Pregunto. Busco una respuesta. ¿Por qué es tan contundente esta elección cuantitativa? Sí. Enfatizo: No significa calidad. Lo mayoritario no siempre involucra niveles cualitativos. ¿Es un concepto elitista lo mío? Puede ser. Pero... Se me ocurre que hay una razón para el mundo que conocimos. Hay algo que hace a su conformación. Dentro de sí, en el centro de la vorágine de su espíritu, existen infinitos ciclos recurrentes de causa y efecto; una reversión constante. Una especie de feed back o retroalimentación, que da vuelta y regresa sobre lo dañino, o que por lo menos produce un encierro en cierta miopía que es paradójica a la inmensa posibilidad de inteligencia y sabiduría. Hay una tendencia a buscar lo superfluo, y escapar de todo lo que conlleve profundidad de pensamiento. Pareciera ser más entendible y atendible lo prosaico que lo espiritual. Se diluye en el desinterés aquello que rescata valores que van más allá de lo mezquino, más allá del propio centro del ego. Entiéndase que no pretendo volcarme ociosamente hacia lo etéreo, pero observemos la realidad, ¿qué es lo que más se consume en literatura? Alguna vez habremos oído el siguiente comentario que nos ilustra: "Busco una novela entretenida para las vacaciones", (de todos modos, quien ha hecho el comentario, seguramente, siempre lee novelas "entretenidas"). Algunas estadísticas ponen este orden de consumo: ensayo, novela, cuento y al final la poesía. Por supuesto, se sabe, ¡hay cada ejemplar de poesía! Sin embargo, hablando con más seriedad, e insistiendo: el mundo necesita de la poesía. Más poesía a esta dura realidad.

 Para que tengamos un mundo mejor, el mundo debería incorporar y comprender a la poesía; necesita liberarse un poco de lo prosaico y profundizar en lo espiritual. Quede bien en claro que no estoy hablando de religión. Hablo de la obra y actitud poética que se une con el Todo. Esa es para mi la verdadera poesía como obra de arte. Hilando más fino, aclaro, que con esta reflexión, no intento hacer una división estricta ateniéndome sólo a formas y estructuras. El verdadero "escrito poético", en el sentido de su profundidad, también puede estar contenido en la narrativa u otras formas literarias. De hecho, hay narradores que son verdaderos poetas. La poética genuina, es la que involucra a todo aquello que puede integrarse en lo Universal; la que, por ejemplo, si refiere identidad, no promulga ni hace apología sectarista, sino que despierta al hombre hacia un sentido fraternal y cósmico. El arte en sí debe ser cosmológico. Muy bien, el tema da para ahondar en otra ocasión. 
Ya conocemos la realidad. Te dejo la pregunta: ¿No crees que esa realidad necesita alguna corrección?...

 Juan Carlos Luis Rojas

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cuando nace un libro

Cuando nace un libro, es casi inevitable alguna incertidumbre de sus progenitores, que los carcome en grado proporcional a su ansiedad. ¿Cómo irá creciendo e interactuando con el mundo? ¿Gustará la personalidad de esta criatura? ¿Hacia qué lectores irán sus expresiones? ¿Apreciarán por lo menos su presencia o lo dejarán en el rincón del olvido? ¿Se verá armoniosa la conformación de su estructura, su organismo, o habrá algún detalle de su personalidad que guste más que otros? ¿Será interpretado correctamente su objetivo de ser tal?


A veces el lector (su interlocutor), no llega a tener ni la mínima idea (no tiene por qué tenerla) de las circunstancias y peripecias sobre el entorno de su gestación. ¿Qué sueños anduvieron influyendo en la labor creativa? ¿Qué objetivos, anhelos, llevaron a darle vida? ¿Fue sólo hedonismo puro, sólo satisfacción personal, o hubo un propósito superior que guió los trazos de la tinta? ¿El sémen de qué ideal fecundó la matriz que lo concibió?


...De repente, el libro empezó a caminar, y fue por caminos insopechados. Se puso frente a diferentes reacciones: sorpresa, impacto, prejuicios, adulaciones, genuínos halagos, y, sobre todo, bastante indiferencia.



Todo esto, en primer lugar, tiene que ver con que, nadie nace escritor; en segundo término, muy pocos escritores habrán tenido como primera actividad profesional la escritura; salvo casos excepcionales, donde ciertos favorecidos, han tenido en el seno familiar, o fuera de él, algún apoyo proveniente de un mecenas o algo similar. Tercero: no existe una academia donde se aprenda específicamente a ser escritor; menos aún, se puede aprender formalmente a ser poeta. A lo sumo, hay ciertos lugares educativos, (talleres por ejemplo), donde sí, en esos ambientes, se puede adquirir las herramientas, útiles a alguien que ya posea la fibra vocacional correspondiente. Pero la sustancia de su trabajo, cuando está bien hecho, no tendrá por componente, sólo el fruto del intelecto, sino que deberá poseer la profundidad que corresponde a lo espiritual; para así tener la posibilidad de alcanzar los estadios del arte.



¿Y dónde está el escritor, entonces? ¿Cuándo aparece y cómo? Sin dudas, el escritor, el poeta, ya estaba. Quizás, en la intimidad gestaba su obra, que será en definitiva la que lo hará visible como tal. Aparecerá en algún punto de su entorno donde interactúa. Por lo tanto, su actividad vocacional era esforzada y paralela a otras que sí le daban el sustento para vivir, o "sobrevivir", entre las peripecias de lo cotidiano. Esa actividad, no su vocación, era lo visible a los demás. Este personaje era solamente eso, en razón de la falta muy común del discernimiento humano, el desinterés, o también, la falta de comunicación de las partes. ¡Cómo podría ser un escritor, si siempre estuvo...!



De repente aparece con su obra, y entonces el impacto: ¡Y cómo!..., comentan, ¡yo no sabía!... Y así lo que sigue, donde se puede aplicar el dicho que dice: "Nadie es profeta en su propia tierra".

Me desvié del tema ¿verdad? El título ahora sería: Cómo nace un escritor. Pero, como decía alguien: "Todo tiene que ver con todo"



"Sobre la piel de la Tierra" (el nombre de la criatura que tratamos), sortea el pantano. Enfrenta los obstáculos de la ignorancia acerca de lo que es el ser, y el hacer poético. Se divierte y se apena con las diferentes formas de reacción de esa "aptitud", muchas veces deficiente, que tiene la valoración humana. Capacidad menguada, ¡tantas veces!, por la arrogancia, la envidia, o directamente el desprecio y la incomprensión.


Si embargo los hijos suelen dar satisfacciones; y devienen sorpresivas las menciones halagueñas; o algún discernidor comentario, y las críticas sinceras y valiosas.

El libro está creciendo entonces, junto a la interacción y afinidades que logra. Uno empieza a convencerse que ha sido válida la procreación.


J. C. L. Rojas

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.