Pájaros desplumados tiritan en el aire
en el espacio de los sueños.
Estériles decoloran jacarandaes y amapolas.
Ritmo intenso.
Locura de los cuerdos.
¡Olvidaron el deber de residentes!
¡Olvidaron gratitudes
huéspedes de la Tierra!
El implícito sacerdocio de ser humano
ha sido extirpado del hombre.
En el santuario demudado del vergel
lloran las semillas.
El Tigris y el Eufrates se evaporaron.
Se ha enemistado el horizonte con la oración
de crepúsculos y auroras.
Se fundió el Sol en las lágrimas de la noche
y huelo perezas en la Tierra
para santificar de nuevo el Paraíso.
...No quiero ser
caminante indiferente en estas calles/
ni navegante sin olfato
en estos ríos descuidados.
¿Quedará aún
alguna llama viva en la conciencia?
Quizás puedan sumarse a la pregunta
aquellos granos humildes
que las aguas lamen
allá/
en aquel confín turbio
del poniente.
Autor: Juan C. L. Rojas
en el espacio de los sueños.
Estériles decoloran jacarandaes y amapolas.
Ritmo intenso.
Locura de los cuerdos.
¡Olvidaron el deber de residentes!
¡Olvidaron gratitudes
huéspedes de la Tierra!
El implícito sacerdocio de ser humano
ha sido extirpado del hombre.
En el santuario demudado del vergel
lloran las semillas.
El Tigris y el Eufrates se evaporaron.
Se ha enemistado el horizonte con la oración
de crepúsculos y auroras.
Se fundió el Sol en las lágrimas de la noche
y huelo perezas en la Tierra
para santificar de nuevo el Paraíso.
...No quiero ser
caminante indiferente en estas calles/
ni navegante sin olfato
en estos ríos descuidados.
¿Quedará aún
alguna llama viva en la conciencia?
Quizás puedan sumarse a la pregunta
aquellos granos humildes
que las aguas lamen
allá/
en aquel confín turbio
del poniente.
Autor: Juan C. L. Rojas