Miseria del espíritu/
La peor de las miserias.
Suele descubrir al Hombre
merodeando el palacio desnudo
de lo absurdo.
El se hamaca/ visceral/
desde el cuenco oscuro del silencio
al estrépito vacío del descaro.
Construye mundos cimentando soledades.
Asiste inmutable a un concierto de fechorías
de prolija afinación.
Mientras tanto...
hilvanes sólo hilvanes
la confección de su justicia.
Por allí ¡Inimputable!
una estirpe de bestias innominadas
pasean su arrogancia bajo la luz.
Es posible sin embargo un nuevo corazón...
¡Y no este!...
donde ha estallado del espíritu
su derrotada munición de límpidos cristales.
¡Errantes los pájaros del sueño volaron al olvido!
Entonces/
en su ingenuidad el Hombre se descubre
un niño vestido de pelambre.
¡Desamparado, despierta!...
Silencio.
¡Sólo algunos parecieran tener
raciocinio y conciencia del todo!
Pocos el rayo cósmico de la imaginación...
atleta que sortea los senderos sin destinos.
Algunos comprenden que el amor
su placer su dicha
construye el tiempo sin edad de la vida/
que el dolor de su ausencia hiere al infinito/
que la centella inasible como el viento
se aplaca en la sangre de la ternura.
¡Miseria del espíritu
la peor de las miserias!
A espaldas aún/
de la mirada inquieta y pueril del Hombre.
Autor: Juan C. L. Rojas
La peor de las miserias.
Suele descubrir al Hombre
merodeando el palacio desnudo
de lo absurdo.
El se hamaca/ visceral/
desde el cuenco oscuro del silencio
al estrépito vacío del descaro.
Construye mundos cimentando soledades.
Asiste inmutable a un concierto de fechorías
de prolija afinación.
Mientras tanto...
hilvanes sólo hilvanes
la confección de su justicia.
Por allí ¡Inimputable!
una estirpe de bestias innominadas
pasean su arrogancia bajo la luz.
Es posible sin embargo un nuevo corazón...
¡Y no este!...
donde ha estallado del espíritu
su derrotada munición de límpidos cristales.
¡Errantes los pájaros del sueño volaron al olvido!
Entonces/
en su ingenuidad el Hombre se descubre
un niño vestido de pelambre.
¡Desamparado, despierta!...
Silencio.
¡Sólo algunos parecieran tener
raciocinio y conciencia del todo!
Pocos el rayo cósmico de la imaginación...
atleta que sortea los senderos sin destinos.
Algunos comprenden que el amor
su placer su dicha
construye el tiempo sin edad de la vida/
que el dolor de su ausencia hiere al infinito/
que la centella inasible como el viento
se aplaca en la sangre de la ternura.
¡Miseria del espíritu
la peor de las miserias!
A espaldas aún/
de la mirada inquieta y pueril del Hombre.
Autor: Juan C. L. Rojas