¡Oh, dónde estarás luminoso ser
que ante mis ojos sólo extiendes
paisajes de ondulantes trigales!
Lejano/
con la paleta de mis pecho pintas
en el horizonte
sabanas de tierna aurora.
No entiendo qué llama cruel devoró el nidal
de esperanzas/ de sueños/
¿Qué chispa errante anduvo desde el confín?
Ya no vislumbro a veces más que crepúsculos/
una cuña afilada que baja como hacha redentora/
Apocalipsis del mundo.
¿Dónde estarás
Capitán de los mares
para que me enseñes
la dureza inmutable del rostro
cuando embate en la proa
la negra tormenta?
Desde el borde de la quilla yo bajo
esta explanada abierta del corazón.
Desembarco/
en estas playas desconocidas del alma
donde salta la luz del verde follaje
y a poco de andar...
¡Sorpresivo rayo
aflora lo umbrío!
¿Dónde estás
para que tus ojos horaden
la pared ciega del alma/
al menos un orificio pequeño donde espiar
la incógnita estremecedora del mundo?
¡Luz quiero/
en este sombrío camino/
en el que marchamos a tientas
sobre andariveles oscuros del instinto!
¿Dónde estarás para corregir
este minado sentimiento
que bombardea los campos de la sangre
y empañan/ decoloran/
mis tristes ventanas de otoños?
Dime
¿hasta cuándo estribará contra el viento
mi henchido y solitario velamen
azotado en la cresta del bravío oleaje?
Una certeza queda/
en este vendaval de incertidumbre y espumas...
¡no cederé aún el timón
del crujiente maderamen
a los duendes malditos del aire!
Autor: Juan C. L. Rojas
paisajes de ondulantes trigales!
Lejano/
con la paleta de mis pecho pintas
en el horizonte
sabanas de tierna aurora.
No entiendo qué llama cruel devoró el nidal
de esperanzas/ de sueños/
¿Qué chispa errante anduvo desde el confín?
Ya no vislumbro a veces más que crepúsculos/
una cuña afilada que baja como hacha redentora/
Apocalipsis del mundo.
¿Dónde estarás
Capitán de los mares
para que me enseñes
la dureza inmutable del rostro
cuando embate en la proa
la negra tormenta?
Desde el borde de la quilla yo bajo
esta explanada abierta del corazón.
Desembarco/
en estas playas desconocidas del alma
donde salta la luz del verde follaje
y a poco de andar...
¡Sorpresivo rayo
aflora lo umbrío!
¿Dónde estás
para que tus ojos horaden
la pared ciega del alma/
al menos un orificio pequeño donde espiar
la incógnita estremecedora del mundo?
¡Luz quiero/
en este sombrío camino/
en el que marchamos a tientas
sobre andariveles oscuros del instinto!
¿Dónde estarás para corregir
este minado sentimiento
que bombardea los campos de la sangre
y empañan/ decoloran/
mis tristes ventanas de otoños?
Dime
¿hasta cuándo estribará contra el viento
mi henchido y solitario velamen
azotado en la cresta del bravío oleaje?
Una certeza queda/
en este vendaval de incertidumbre y espumas...
¡no cederé aún el timón
del crujiente maderamen
a los duendes malditos del aire!
Autor: Juan C. L. Rojas
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