Como callada marea
que sumerge indiferente a nuestros cuerpos/
como callada marea que memora
el degüello de nuestros ojos estupefactos/
como callada marea/
¡así se anegan las conciencias!
Charcos son de suburbios abandonados.
Aparto un poco mi corazón
de esta ruta pedregosa que transito.
Se parte en mis labios entre tanto
la tibia almendra de tus besos.
Algo distinto al mundo
removiendo un poco mi dolor.
Las tinieblas recónditas del Hombre se agazapan/
para dar el zarpazo final
sobre la cúspide vacía de sus vértebras.
Alas de aluminio moldean los crisoles
mientras su espíritu/ pesado se mueve/
entre las calles desteñidas.
Pasa el cardumen celeste
quebrando divinas tansparencias/
Es el tiempo que cabalga
sobre el perfume de rosas cultivadas.
Duermen las multitudes
y en sus manos el fusil...
El fusil que ignora el sueño/
El sueño que es al fin/
lamentable y triste/
centro borroso de su blanco.
Autor: Juan C. L. Rojas
que sumerge indiferente a nuestros cuerpos/
como callada marea que memora
el degüello de nuestros ojos estupefactos/
como callada marea/
¡así se anegan las conciencias!
Charcos son de suburbios abandonados.
Aparto un poco mi corazón
de esta ruta pedregosa que transito.
Se parte en mis labios entre tanto
la tibia almendra de tus besos.
Algo distinto al mundo
removiendo un poco mi dolor.
Las tinieblas recónditas del Hombre se agazapan/
para dar el zarpazo final
sobre la cúspide vacía de sus vértebras.
Alas de aluminio moldean los crisoles
mientras su espíritu/ pesado se mueve/
entre las calles desteñidas.
Pasa el cardumen celeste
quebrando divinas tansparencias/
Es el tiempo que cabalga
sobre el perfume de rosas cultivadas.
Duermen las multitudes
y en sus manos el fusil...
El fusil que ignora el sueño/
El sueño que es al fin/
lamentable y triste/
centro borroso de su blanco.
Autor: Juan C. L. Rojas