Salvajemente/
ametralla el sol
la plaza de las miserias
donde el ego mancomunado
evapora los desperdicios/
último puerto
de la indigencia desesperada.
Una vez más despierta
bajo la punta aguda del dolor
esta historia vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pán.
La idea genial del gobernante
es quemar las migajas para tapar la vergüenza/
la vergüenza por el hambre decretado.
Ya no cantan/
los jilgueros lloran/
a las raíces cementadas de la flor.
Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre las heridas de la discordia.
Los ético de la estética
/son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.
Y lloran los jilgueros/
ya no cantan
en las calles de las miserias.
Autor: Juan C. L. Rojas
ametralla el sol
la plaza de las miserias
donde el ego mancomunado
evapora los desperdicios/
último puerto
de la indigencia desesperada.
Una vez más despierta
bajo la punta aguda del dolor
esta historia vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pán.
La idea genial del gobernante
es quemar las migajas para tapar la vergüenza/
la vergüenza por el hambre decretado.
Ya no cantan/
los jilgueros lloran/
a las raíces cementadas de la flor.
Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre las heridas de la discordia.
Los ético de la estética
/son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.
Y lloran los jilgueros/
ya no cantan
en las calles de las miserias.
Autor: Juan C. L. Rojas