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jueves, 2 de septiembre de 2010

El frío de las calles


No sé si te percataste
    de las penas que pululan
        en los rincones de las calles.

No sé si sentiste alguna vez/
    la ingrata emoción de los silencios...
        de las voces sordas...
            y el perfil violento y ciego
    de indiferencias y desidias.

Insisto/
    por si acaso sea tu sordera también
        una muralla de adoquines.

¡Cuántas monedas    ruedan
    en naderías despilfarradas
cruel vertiente a las miradas que espolean
    el hambre enloquecido!

Y mientras gira esta ruleta
insensible metal
    que no siente el lamido del despojo
hay tristezas...
tristezas que pierden puerilidad en los andenes/
seres que adelantan el tiempo del dolor
    en las miserias heredadas.

¡Cuántos decretos rubricados y ninguno asomó/
    para fundar la alcancía lejana a los corruptos!

No sé si mediste alguna vez
    esa hermosa sensación
de dormir tus días sobre flejes duros y oxidados...
Oye    no te hablo de tarimas y teatros/
te hablo de la vida pasando por los huesos.

¿Se enfundó tu niñez acaso
    en los harapos de colchas perforadas?
¿Sintieron tus manos de niño duro
    la ondulada y oscura pared de cartón
        que apenas corta el calor de las estrellas?

¿Se empolvaron tus pies
    al bajar sobre la escarcha
        en el frío amanecer?

...¡Ah    las manos maternas
    de calor frotado sobre la frente tempranera
        luchando las discordias
            del pan de cada día!

¡Mira!   
¡Alguien se encorva allí    a tu lado!
No te olvides de tu hermano...

Mientras caen papeles accionarios
    y tiembla la avaricia
tal vez estés aún
    envuelto en gamuza y algodones
pero también    la vida es hoy
    para los que están
        en el frío de las calles.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas









domingo, 27 de diciembre de 2009

Desde el cartón

Puede
que hoy nazca
    desde el cartón desechado
        la hoguera de la vergüenza.
Leño encendido en los corazones/
Manojo apretujado
    que acopian las penumbras.

¿Nacerá también 
    algún día
        la dignidad de sentir lo hermano?

¿Nacerá la compasión
    a lo próximo y desesperado...
y en algún rincón de la conciencia
    una chispa casual de amor?

Laxos están los músculos
    desgarrados/
        para mitigar
el galope impaciente del hambre.

Niñez desguarnecida.
Adolescencia resignada a lo casual/
a la ingratitud de la fortuna/
al arrojo sobrante del mendrugo.

Ojalá nazca desde el cartón
    la dignidad
y al menos por una vez
    el sudor del poderoso.   

Autor: Juan C. L. Rojas  

domingo, 29 de noviembre de 2009

Torrentes

Se gesta lo oscuro
    cuando es la necedad la que se sienta
        en las butacas del congreso/
cuando    sin dar las reglas exigen el juego.

Suelen venir con atuendo sutil/
    las letras pomposas de la ley/
paliando con engaños
    la supervivencia del necesitado.

De esta matriz surge
    la infancia que desvive en las calles.
La niñez ingenua de bondades rotas
    bajo el mezquino sol de la injusticia.
En la visión borrosa del horizonte cuelgan/
    delineados ante sus rostros
        los mendrugos    los andrajos.

Torrente oscuro de miserias amontonadas/
Esparcidas en el rebusque...
    ¡Y qué lejos nuestros ojos!...

Torrente que satura el vicio
    en la costumbre de la tristeza.
Torrente de lágrimas quietas
    calladas en los cuencos duros.
¿Cuántas veces    entre sábanas perforadas
    apareció el juego de las manos frías?

Ahí arriba    también
    irónico flamea lo celeste.
Arriba/
    suenan las campanas del champán.
Y más arriba    en el camino    retumbará/
    la pesadilla violenta de estos sueños/
        y tal vez
            ya no haya más qué perder...
                 ¡O acaso sí!...
            La ceguera de los corruptos.

Es triste el piquete abierto
    en el alma de la desesperación.
¡Indigna la verguenza ociosa de la desidia!
A veces
    (así como la piedra)
         se ruboriza el poder/
Y le urge entonces mantener el orden.
Tapar "iniquidades" bajo alfombras represivas.

¡Aterroriza    amigos míos
    pasar por el recuerdo y el recuento de la historia!
Por eso levanto un puñal misericordiosos
    para punzar la vista engordada de lo injusto/
        la opulencia de la avaricia.
¡Pudiese acaso algún día
    despertar su sangre apática!
¡Sacudir este orbe oscuro
    que no quiere ver
las corrientes "silenciosas" del dolor!

Autor: Juan C. L. Rojas





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