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domingo, 9 de mayo de 2010

Doncellas enlutadas

Crece la reverberación opaca de este canto mío
   /ya oscuro/
que pretende disparar
   /su negra luz/
a ese subterráneo pensamiento que se cree espiritual/
A ese    testamento enmarañado
   que se enreda desde las uñas de los pies.

Arrojo al viento
   el amianto pulverizado de mis versos
que ya no aísla 
   esta jornada interminable de miserias.

Son poderosas lagartijas del desierto
   ¿verdad?
estas que escupen las palabras de credos ancestrales.
Estas que adensan
   el pantano fundamentalista.
Estas que ignoran asideros naturales.
Estas que imponen
   la condena  de piel sin sol...
   /in aeternum/
      velo de doncellas enlutadas.

Mas/ 
que no cante occidente que se cree liberado
   mientras arma su corbata/
que etiqueta la falacia de su propio embuste.

¿Cómo frenar este despojo insaciable
   /que arrasa/
      en nombre de teofilias irreverentes/
         que sólo ensalzan
             a dioses oscuros de la muerte?

¿Será que sólo la sangre y el dolor
   refresca la endeble memoria del hombre?

En el orillero confín del horizonte
   donde se yergue bendita la aurora
      ¿meditarán algún día estos dioses
         sentimientos de vergüenza
            al ver por fin
               su propia obra alumbrada?

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 29 de noviembre de 2009

Torrentes

Se gesta lo oscuro
    cuando es la necedad la que se sienta
        en las butacas del congreso/
cuando    sin dar las reglas exigen el juego.

Suelen venir con atuendo sutil/
    las letras pomposas de la ley/
paliando con engaños
    la supervivencia del necesitado.

De esta matriz surge
    la infancia que desvive en las calles.
La niñez ingenua de bondades rotas
    bajo el mezquino sol de la injusticia.
En la visión borrosa del horizonte cuelgan/
    delineados ante sus rostros
        los mendrugos    los andrajos.

Torrente oscuro de miserias amontonadas/
Esparcidas en el rebusque...
    ¡Y qué lejos nuestros ojos!...

Torrente que satura el vicio
    en la costumbre de la tristeza.
Torrente de lágrimas quietas
    calladas en los cuencos duros.
¿Cuántas veces    entre sábanas perforadas
    apareció el juego de las manos frías?

Ahí arriba    también
    irónico flamea lo celeste.
Arriba/
    suenan las campanas del champán.
Y más arriba    en el camino    retumbará/
    la pesadilla violenta de estos sueños/
        y tal vez
            ya no haya más qué perder...
                 ¡O acaso sí!...
            La ceguera de los corruptos.

Es triste el piquete abierto
    en el alma de la desesperación.
¡Indigna la verguenza ociosa de la desidia!
A veces
    (así como la piedra)
         se ruboriza el poder/
Y le urge entonces mantener el orden.
Tapar "iniquidades" bajo alfombras represivas.

¡Aterroriza    amigos míos
    pasar por el recuerdo y el recuento de la historia!
Por eso levanto un puñal misericordiosos
    para punzar la vista engordada de lo injusto/
        la opulencia de la avaricia.
¡Pudiese acaso algún día
    despertar su sangre apática!
¡Sacudir este orbe oscuro
    que no quiere ver
las corrientes "silenciosas" del dolor!

Autor: Juan C. L. Rojas





AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.