lunes, 28 de diciembre de 2020

En la selva adormecida

 Mi vida/

Un temblor de efluvios

    sobreponiéndose

        a la calcinación del sol.

Una contradicción aparente

    de matemáticas relativas.

Lluvia revenida y reviniéndose

    en humus fértil

        y flor.


Esperanza que nace desfalleciente

    y muere esperanzada

        de esa luz que acaso

no aparecerá jamás.


Sombra oculta que dará su salto

    vita/

    intempestivo.


Renglón oscuro bajo cripta de voces

    que alumbrarán mañana/

en pupila de nuevos dones/

para ver más allá...

de estas antiguas brumas del mundo.


Mi vida/

Ambulante del desierto/

Deambulando/

sobre ignotos valles fertilizados.

Allí

    donde fueron mezquinadas

las semillas del bien.


Un corazón de piedra sudorosa

    rociándose de su sangre/

        de su lucha.

Vena cimental de un río/

    que nutre su confín

        de primaveras y otoños.


Ave solitaria que canta

    en la selva adormecida...

¡Esta, de capiteles arrogantes!

que anida bajo los cielos ignorados.


Y las olas de tiempos probatorios rompen

    sobre el continental barranco de la carne.

Horadan sin sin piedad

    a la piel fosforescente del espíritu/

que esparcirá hacia el Cosmos

    su lumbres doloridas/

        oraciones de plata a las estrellas.


Siguen bramando en la ventisca

    los sueños del amor/

        que se arremangan...

y sus piernas de huesos ateridos

    han de cruzar

        mares y cielos insondables.


Humano.

Simplemente humano.

Humus quijotesco

    oteando su destino

(acaso hubiere)

en oscuros horizontes de tan cansada infinitud.


Autor: Juan C. L. Rojas

Ciego velero

 Deriva otra vez

    ciego velero en el mar/


Paños mojados caen sobre sus mástiles

    y no se ve en el emblema

en los estandarte desesperados 

    de sus ojos.


Sin cordeles/    sin marras/

    a la suerte de los vientos

        suelen zarpar los sueños.


Mintiendo norte

    /rota/ va la brújula.

Cruje silenciosa la quilla

    entre las lenguas libidinosas

        del agua.


Miente una sonrisa

    la diminuta fortaleza del alma.

Miente una flor

    el estanque vacío del atardecer.

Miente el bohemio

    su canto alegre de noches festivas.


En la fosa profunda de la pena

    va cayendo inevitable

        su vida.


...Suele perderse en el mar

    un velero/

Busca resguardo

    de esas luces hiriente.


Autor: Juan C. L. Rojas

viernes, 5 de mayo de 2017

¿Café, Si?

"..Pero hay otros de sus ingredientes que merecen atención, y que además están presentes en un porcentaje mayor, como por ejemplo el ácido clorogénico, que alcanza concentraciones de entre el 7 y el 9 por ciento, y que es un potente antioxidante capaz de contribuir de forma significativa a prevenir la degeneración de la retina en ratones, según revelan los resultados de un estudio llevado a cabo sobre ratones por el equipo de Chang Y. Lee, profesor de ciencia de los alimentos en la Universidad Cornell de Ithaca, Nueva York, Estados Unidos..."
http://ar.globedia.com/mejor-salud-retina-gracias-cafe

lunes, 27 de junio de 2016

Luces y voces

¡Ah si endulzar pudiesen las lágrimas
    hasta el mismísimo fondo escondido del mar!
¡Si estos subterfugios sedientos de las almas
    unir pudiesen sus manos
        un poco antes de sorprender el crepúsculo!
Podrían entonces batir con ardor
las palmas expectantes de mi pecho.

Sueño avanzar sobre este campo
hacia las manos de la aurora/
¡Aún arrastrando mis huesos
sobre el verde aguerrido del césped!

Suelen perder la luz
    los hombres de sólo carne/
Suelen venderla
por un guiso y algunas lentejas.
Mientras tanto madura el paso del tiempo/
    a pesar de suspiros y sudores.
Y el indigente recuerda al trigo
cuando solo algunos fideos se dilatan en la olla.

Hoy besa mi sangre el lacerante estrés del Amor.
En los puños de esta noche
    (larga noche)
        me adormezco/
para despertar algún día
en la chispa madurada de un nuevo sol.

Abro al futuro esta agenda/
Vanidad de poeta/
¡Una vez más esta copa de sueños remecida!
Tiendo esta mesa de bohemias y utopías... y cantos/
porque las voces...
¡Sé que las voces
pueden derribar los muros!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

sábado, 14 de noviembre de 2015

Simple

No es/

   ni fortuita
      ni gratis
   la defección que siembra la indolencia del espíritu.
Tarde o temprano
   brotará la semilla de su mal.

Es porque no piensa con el corazón
   que el mundo cae en el raciocinio de su muerte.
Su necia picardía
   guarda el escrúpulo en los cofres del cinismo.

Todavía desierto de amor/
   fustiga sangre el andar de los hombres.
Se creen sabios/
y enseñan malabares a robots
   en el campo sideral de atónitas estrellas...
pero sus almas no saben volar.

Pareciera vano    finalmente
   el hechizo que nos brinda
      la floresta colorida en el desierto.

Es así/ que revuelto en penurias combativas
   danza este follaje amarillento/
de quien fue quitando verdores
   el hollín y la flama
      del ardiente vivir.

¡Pero es simple el remedio, sin embargo!...
¡Simple!
Como una gramilla extendida
   sobre la piel de la tierra.

Es sólo saber sentir/
   para comprender a las voces
      que suenan en estos ojos.

De toda esta...
   crudeza de la desidia
      me desahogo a veces mirando a los nidales/
   Donde los picos besan
      al amor
         vestido de plumones...
y veo a la lluvia/
   generosa/
      alimentando a la semilla.

También te miro/
y aunque nos crean en el altar de la locura
   deja que sea inseminada de estrellas
      la cuenca florecida de tu cuerpo.
Embriaga tu corazón de sentimientos/
   para que estalle
      en cada poro de tu piel/
para dulcificar    simplemente
    /como lo hacen tus ojos/
este ácimo pan
   que nos toca vivir.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.