Mi vida/
Un temblor de efluvios
sobreponiéndose
a la calcinación del sol.
Una contradicción aparente
de matemáticas relativas.
Lluvia revenida y reviniéndose
en humus fértil
y flor.
Esperanza que nace desfalleciente
y muere esperanzada
de esa luz que acaso
no aparecerá jamás.
Sombra oculta que dará su salto
vita/
intempestivo.
Renglón oscuro bajo cripta de voces
que alumbrarán mañana/
en pupila de nuevos dones/
para ver más allá...
de estas antiguas brumas del mundo.
Mi vida/
Ambulante del desierto/
Deambulando/
sobre ignotos valles fertilizados.
Allí
donde fueron mezquinadas
las semillas del bien.
Un corazón de piedra sudorosa
rociándose de su sangre/
de su lucha.
Vena cimental de un río/
que nutre su confín
de primaveras y otoños.
Ave solitaria que canta
en la selva adormecida...
¡Esta, de capiteles arrogantes!
que anida bajo los cielos ignorados.
Y las olas de tiempos probatorios rompen
sobre el continental barranco de la carne.
Horadan sin sin piedad
a la piel fosforescente del espíritu/
que esparcirá hacia el Cosmos
su lumbres doloridas/
oraciones de plata a las estrellas.
Siguen bramando en la ventisca
los sueños del amor/
que se arremangan...
y sus piernas de huesos ateridos
han de cruzar
mares y cielos insondables.
Humano.
Simplemente humano.
Humus quijotesco
oteando su destino
(acaso hubiere)
en oscuros horizontes de tan cansada infinitud.
Autor: Juan C. L. Rojas
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