Relámpagos arriba/
y el río canta un turbio murmullo de resplandores.
Es un hueco oscuro el horizonte del alma/
que se agita en la soledad profunda del misterio.
Sólo queda memorar al sol
para reverdecer bosques y primaveras.
Las preguntas marchan hacia un confín/
Marchan desnudas de palabras.
Más allá de su arrogancia el hombre tiene ojos de niño/
y lleva en sus manos
un libro de incertidumbres de páginas infinitas.
Es sordo en su altivez a la voz cómica
que suele dictar la esencia del ser.
Y sigo observando...
Caminata de sudor y de silencio es la cuesta
que lleva mi embeleso hacia las cumbres.
¡Siempre es el sueño conquistador de estrellas infinitas!
¿Estás a mi lado acaso amor
en esta soledad acompañada
de millones de luces en el campo sideral?
¡Gozarían así estas manos del ensueño!
Tus manos con las mías
sobre el fluyente arroyo de mi senda.
J. C. L Rojas
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