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jueves, 4 de septiembre de 2014

Quo vadis, domine?

Una vez más
    los campos de la historia necesitan fulgurar.
Desterrar la fronda opaca
    de mercadotecnias sin victorias.

Crece desnutrida
    la ovación desfalleciente de la esperanza
        en claustros entumecidos del intelecto.

Aleluya de ángeles se oyen
    en el confín de los desiertos
        cuando hallan manantiales...
Humilde sabiduría del sentir
    y ese instinto azul de los cielos.

Sólo ennegrecer/
    es la consigna de sofistas
        que construyen bibliotecas adormecidas.

Oscurecer en la ignorancia
    es el camino y el fin
        en la estética de la nada.

¿Es en vano esta voz cerrada que suplica
    entre el follaje acidulado?
¿Será muralla triturada por las bombas
    la sordera del espíritu?
¡Tapia derruída habrá de ser
    bajo la lluvia amarga de los tiempos!

"El fin, no son muchos libros,
    dijo el sabio,
lo que el hombre siembre
    eso es lo que segará".

"Quo vadis, domine?"...

Se fortalece en la impotencia
    esta fusta granate de la indignación.
Y habrán de templarse los aceros
    para aserrar
        el duro tronco del ego.
Ya no puede desandar
    esta obvia evidencia del estrago.

Todavía se discuten los destinos
    en la corriente de la historia...
¡y el destino es hoy!
    sonando bajo los pies.

"Quo vadis, domine?...
Fue la pregunta al andante,
    quien sin contestar
ajustó su abrigo
inclinó la cabeza
    y triste    muy triste
siguió su camino.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas





        

Muy buen viernes para todos, familia, amigos...Existe lo noble del ser humano que transita hacia un sentido de misión,...

Posted by Juan Carlos Luis Rojas on viernes, 5 de septiembre de 2014

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Semilla de voces


Es hora de aumentar el fragor
   de la voz endurecida del poeta.
¡Que resuene amartillada 
   la sierra oscilante de su timbre!
¡Que sacuda sin piedad
   las paredes esclerosadas
     de las arterias del tiempo!

Es hora de romper esta alienación/
   que más hunde 
      los estratos sufridos del alma.
Es hora de soltar las riendas 
   a la audacia del espíritu/
      toro maneado
         a las cuerdas invisibles de la ignorancia/
   la otra ignorancia profunda
      que obstruye
   el olfato del entendimiento.

¡Palpita intensamente
   el pecho desesperado de los ojos!
Los ojos que ven 
   el paso ciego de la historia.
Historia que cuaja marchita
   en el corazón de los hombres.

Debería     hoy mismo
   descarnar estas sensaciones
      ablandando
         las pértigas arrumbadas del vocablo.
   Debería soplar    el perezoso sopor
      sobre la opaca luz del pensamiento.

No es poeta
   el portavoz de sólo bellos versos.
Es poeta quien inclina 
   la campana sonante de la tierra.
Es la voz que nace de las voces silenciosas.
Es la pluma que discurre de los gritos ya cansados.
Es el verbo que agiganta los senderos
   escapando de prisiones preceptivas.                                                                                 
¡Deben hacer oír    poetas
   personales campanarios!
¡Señalar con vuestros faros
   las borrascas en el mar!
No es vuestra función
   ornamentar    el oro de las letras
ni la conciencia de literatos
   ni la melodía altisonante
      de panfletos coloridos.

Lanzo de nuevo esta voz
como de álguien perdido bajo escabeles.
Acaso pueda
   revenir la luz de las semillas
      que laten aún
   alrededor de este quieto
      mojón del tiempo.

Autor: Juan C. L. Rojas
  

lunes, 26 de octubre de 2009

Extravío

Husmeo en la historia.
Humanidad       Vientos perdidos.
El cortejo real de la miseria.
La mutilación de la carne y del espíritu.

El Hombre es rey extraviado de su reino.

Musas de los tiempos colgadas en el aire
    tirada de conceptos y de formas sin sustancia.
¡Tan baja su estatura
    que jamás alcanzarían a las estrellas!...
¡Los hombres caen
    al mar de su arrogancia!

Un poco más de construír
    es la oración del justo.
Romper/    es la consigna
    en aras de fetiches y blasones
        de corruptelas y patriotelas.

Fieles a la idiotez
    sucumben en las rompientes
        los astros del polvo.

No recuerda el Hombre
cuándo ha nacido su estúpida razón
    de alzar la espada/
de levantar la frente dañina y altanera.

La libertad se arrastra enredada de pañales.
Cautivo el Hombre en su prisión.
Su más grande prisión/
Su propia mente.
El aposento más útil a sus cadenas.

Desde su ego crea fronteras para sí/
Para su ego.
Luego
en su limitación 
llora frustrado
...y perdido.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas



AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.