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domingo, 22 de mayo de 2011

Puerta cerrada

El mundo hace rodar 
    su círculo de luces y sombras.

Allí dentro/ 
    se retuercen escondidos lagares
donde en pantano espumoso
    rema lenta y arcana/
afanosa señora La Búsqueda.

Se ha perdido la sabiduría
    y no sabe...
Se ha caído en el fango.
La ha perdido en la fosa profunda.

Y yo soy    acaso
apenas una hoja/
en este árbol añoso y estúpido del tiempo.

Apenas una hoja amarilla 
    quemada de otoños.
Sólo ínfima nervadura graciosa
    de vapor y carbono
a punto de caer
    en el disoluto confín del espacio.

Y ahora/
cuando mi carne ya cierra
    sus túneles
de otrora ríos sedientos...
Cuando la molécula falaz de la esperanza
    ya cede el color de su última bandera...
¡que no llegue el amor entonces,
    en la ausencia incipiente!
Que no venga a festejar
    con sus lágrimas de sal...
con fumatas ociosa de llanto
    esfumada dulzura y recuerdo.

¡Que ya no venga
    con su postrer oración
a esta última puerta cerrada del bronce!

Autor: Juan C. L. Rojas 

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Semilla de voces


Es hora de aumentar el fragor
   de la voz endurecida del poeta.
¡Que resuene amartillada 
   la sierra oscilante de su timbre!
¡Que sacuda sin piedad
   las paredes esclerosadas
     de las arterias del tiempo!

Es hora de romper esta alienación/
   que más hunde 
      los estratos sufridos del alma.
Es hora de soltar las riendas 
   a la audacia del espíritu/
      toro maneado
         a las cuerdas invisibles de la ignorancia/
   la otra ignorancia profunda
      que obstruye
   el olfato del entendimiento.

¡Palpita intensamente
   el pecho desesperado de los ojos!
Los ojos que ven 
   el paso ciego de la historia.
Historia que cuaja marchita
   en el corazón de los hombres.

Debería     hoy mismo
   descarnar estas sensaciones
      ablandando
         las pértigas arrumbadas del vocablo.
   Debería soplar    el perezoso sopor
      sobre la opaca luz del pensamiento.

No es poeta
   el portavoz de sólo bellos versos.
Es poeta quien inclina 
   la campana sonante de la tierra.
Es la voz que nace de las voces silenciosas.
Es la pluma que discurre de los gritos ya cansados.
Es el verbo que agiganta los senderos
   escapando de prisiones preceptivas.                                                                                 
¡Deben hacer oír    poetas
   personales campanarios!
¡Señalar con vuestros faros
   las borrascas en el mar!
No es vuestra función
   ornamentar    el oro de las letras
ni la conciencia de literatos
   ni la melodía altisonante
      de panfletos coloridos.

Lanzo de nuevo esta voz
como de álguien perdido bajo escabeles.
Acaso pueda
   revenir la luz de las semillas
      que laten aún
   alrededor de este quieto
      mojón del tiempo.

Autor: Juan C. L. Rojas
  

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.