Efigie impertinente que amedrenta la luz.
Necios fetiches.
sembrados en el erial de los tiempos oscuros.
Oro simbólico de la mudez enclavada en los siglos.
Sonoro bardo de lo altivo y desfalleciente.
Sordera infinita de la soberbia humana.
Bajo lo azul se agazapó el desierto
soslayando inmutable a la aurora.
Arenal mirada/
Brillo hiriente de adusto entrecejo
cortando el canto obsesionado de los sueños.
Escolta de pirámides esbeltas/
Señal desesperada de la esperanza/
Voz cansada y sedienta/
¡Cientos de guerreros caen
bajo las nubes rasgadas por el espanto!
Perfuma el aire las miserias consentidas.
El Hombre cree buscar la verdad
y se rinde bajo su propio y oculto temor.
Los ojos de dioses oscuros fertilizan las semillas del odio.
De cada andar emerge cierta veracidad del horóscopo.
¡Lo que has sembrado eso es lo que segarás!
Intento reparar la lejanía de mis puertos
mas los cielos se licuan en el asombro cotidiano.
Y oprimen las preguntas...
Se pierden desde antaño
en las sombras propias
de turbios anocheceres.
Autor: Juan C. L. Rojas
Discusión sobre el poemario "Sobre la piel de la Tierra". Difundir, expandir su mensaje,... con el objetivo (¡Vaya pretención la mia!), de reflexionar y contribuir a un poco más de armonía sobre la tierra,... aprender más sobre el amor y no sobre la guerra, el odio, la opresión. Ya es hora de abrir un poco las conciencias; especialmente la de los poderosos, para que puedan ver las desigualdades e injusticias plagadas de egoísmo y necedad.
domingo, 27 de junio de 2010
Lapsus discordante
Una mancha inoportuna cae
sobre la agenda crítica de los sueños.
Rayo fulminante del miedo
que asalta sutilmente
desde el fondo oscuro de la intemperancia
desmembrando carne y espíritu
cuando el desconcierto apaga
el fuego rectilíneo de las venas.
En el confuso bosque se pierde
el caníbal sediento del deseo.
Las ligaduras de las manos se cortan/
de las sienes abruptas/
de las sombras.
Sólo el amor
apacigua la furia de cielos contenidos.
Tiembla el vellocino de oro
sobre el torso fuerte de los dioses.
Tiembla la ternura
que no puede volcar las caricias de sus labios.
Tiembla el amor
cuando su sino cae
en el hoyo tramposo de la duda.
Fluvial aluvión se quema/
denso/
en las paredes de los túneles cansados.
Sin embargo se fertiliza el barro/
decanta/
sobre tronera de tiempos florecientes.
Autor: Juan C. L. Rojas
sobre la agenda crítica de los sueños.
Rayo fulminante del miedo
que asalta sutilmente
desde el fondo oscuro de la intemperancia
desmembrando carne y espíritu
cuando el desconcierto apaga
el fuego rectilíneo de las venas.
En el confuso bosque se pierde
el caníbal sediento del deseo.
Las ligaduras de las manos se cortan/
de las sienes abruptas/
de las sombras.
Sólo el amor
apacigua la furia de cielos contenidos.
Tiembla el vellocino de oro
sobre el torso fuerte de los dioses.
Tiembla la ternura
que no puede volcar las caricias de sus labios.
Tiembla el amor
cuando su sino cae
en el hoyo tramposo de la duda.
Fluvial aluvión se quema/
denso/
en las paredes de los túneles cansados.
Sin embargo se fertiliza el barro/
decanta/
sobre tronera de tiempos florecientes.
Autor: Juan C. L. Rojas
Etiquetas:
túneles,
vellocino de oro
martes, 15 de junio de 2010
Almas y chips
Crece magnánima
esta conspiración técnica
de marismas internáuticas/
que diluyen
anónimos corazones/
sin ojos/
sin piel/
y sin brillos estelares.
En quebradizo puente
(de alas perdidas en el éter)
sondeo el espacio
buscando tus manos...
Encuentro sólo dioses sin olfatos...
en esta ruta de ondas/
y vítreas fibras luminares.
Navego el asombro.
Informático paladar del corazón
que prueba cables
(tu piel acaso)
y testea
el dramático tiritar de transistores.
Están congestionados
(siento)
los chips del alma.
Esta herejía apocalíptica
se zambulle en nichos
que transmutan
dudosos homo sapiens
en seguros homo stupidus.
De frente a la batalla van
desenvolviendo con perillas y remotos
a la belleza embalsamada
de vestido fosforescente/
ensamblada en cañones tricolores
que rebotan/
al barrido electrostático
de catódicos/
rayos fantasmales.
...Se funden en la nada
espíritus y retinas.
Un cuerpo virtual bajo mis sábanas
me erecta
con sutiles electrodos programados/
y me mueve en un compás sinusoidal
que ya no sé/
si sabe a vida
o sabe a muerte.
Autor Juan Carlos Luis Rojas
Mi poema tiene que ver en gran manera con esta forma interesante de relacionarnos en una gran amplitud de tiempo y de espacios geográficos, y que por ser virtual no deja de ser una realidad; y tampoco tiene por qué acentuar algún desmedro de la calidad en esa interacción . Por el contrario, puede haber un alto grado de calidad emotiva y espiritual, y mayores hechos de comunicación, que en la otra realidad.
Lógicamente, como el cyberespacio es un medio, también puede ser mal usado, y puede ocurrir lo bueno o lo malo, como en el andar "paralelo" de la cotidianidad...
En cuanto a mi idea de poesía... Para mi la poesía lo abarca todo...
Depende de cada uno de nosotros el que lo podamos percibir o no. Y en cuanto a la expresión poética de ello, depende de los elementos que conocemos, o que podemos incorporar, según la experiencia de cada uno; aunque esos elementos en sí, parezcan no ser poéticos. Desde ya, hay personas que entienden por poesía sólo lo que expresa a lo "romántico", y a su vez, hay personas que entiende por romántico, sólo a la relación de pareja.
Creo que el campo de la acción poética se ha ampliado, en tanto que el mundo lo ha hecho, en su universo de posibilidades de diversa índole.
Es así que se crean discusiones que quizás en un futuro ya no existan, porque serán superadas y asumidas, como lo de estas polémicas que suelen surgir, en cuanto a la manera de la inserción del humano en la técnica y en especial de internet.
Por estas razones, en mi poema: Almas y chips, incorporo, de ex-profeso, palabras técnicas para enfatizar bien la ambientación de nuestras relaciones de internautas.
J. C. L. Rojas
de marismas internáuticas/
que diluyen
anónimos corazones/
sin ojos/
sin piel/
y sin brillos estelares.
En quebradizo puente
(de alas perdidas en el éter)
sondeo el espacio
buscando tus manos...
Encuentro sólo dioses sin olfatos...
en esta ruta de ondas/
y vítreas fibras luminares.
Navego el asombro.
Informático paladar del corazón
que prueba cables
(tu piel acaso)
y testea
el dramático tiritar de transistores.
Están congestionados
(siento)
los chips del alma.
Esta herejía apocalíptica
se zambulle en nichos
que transmutan
dudosos homo sapiens
en seguros homo stupidus.
De frente a la batalla van
desenvolviendo con perillas y remotos
a la belleza embalsamada
de vestido fosforescente/
ensamblada en cañones tricolores
que rebotan/
al barrido electrostático
de catódicos/
rayos fantasmales.
...Se funden en la nada
espíritus y retinas.
Un cuerpo virtual bajo mis sábanas
me erecta
con sutiles electrodos programados/
y me mueve en un compás sinusoidal
que ya no sé/
si sabe a vida
o sabe a muerte.
Autor Juan Carlos Luis Rojas
Mi poema tiene que ver en gran manera con esta forma interesante de relacionarnos en una gran amplitud de tiempo y de espacios geográficos, y que por ser virtual no deja de ser una realidad; y tampoco tiene por qué acentuar algún desmedro de la calidad en esa interacción . Por el contrario, puede haber un alto grado de calidad emotiva y espiritual, y mayores hechos de comunicación, que en la otra realidad.
Lógicamente, como el cyberespacio es un medio, también puede ser mal usado, y puede ocurrir lo bueno o lo malo, como en el andar "paralelo" de la cotidianidad...
En cuanto a mi idea de poesía... Para mi la poesía lo abarca todo...
Depende de cada uno de nosotros el que lo podamos percibir o no. Y en cuanto a la expresión poética de ello, depende de los elementos que conocemos, o que podemos incorporar, según la experiencia de cada uno; aunque esos elementos en sí, parezcan no ser poéticos. Desde ya, hay personas que entienden por poesía sólo lo que expresa a lo "romántico", y a su vez, hay personas que entiende por romántico, sólo a la relación de pareja.
Creo que el campo de la acción poética se ha ampliado, en tanto que el mundo lo ha hecho, en su universo de posibilidades de diversa índole.
Es así que se crean discusiones que quizás en un futuro ya no existan, porque serán superadas y asumidas, como lo de estas polémicas que suelen surgir, en cuanto a la manera de la inserción del humano en la técnica y en especial de internet.
Por estas razones, en mi poema: Almas y chips, incorporo, de ex-profeso, palabras técnicas para enfatizar bien la ambientación de nuestras relaciones de internautas.
J. C. L. Rojas
Etiquetas:
Android,
auriculares,
blanket,
crystal fire,
internet,
sala de chat
jueves, 20 de mayo de 2010
Callada marea
Como callada marea
que sumerge indiferente a nuestros cuerpos/
como callada marea que memora
el degüello de nuestros ojos estupefactos/
como callada marea/
¡así se anegan las conciencias!
Charcos son de suburbios abandonados.
Aparto un poco mi corazón
de esta ruta pedregosa que transito.
Se parte en mis labios entre tanto
la tibia almendra de tus besos.
Algo distinto al mundo
removiendo un poco mi dolor.
Las tinieblas recónditas del Hombre se agazapan/
para dar el zarpazo final
sobre la cúspide vacía de sus vértebras.
Alas de aluminio moldean los crisoles
mientras su espíritu/ pesado se mueve/
entre las calles desteñidas.
Pasa el cardumen celeste
quebrando divinas tansparencias/
Es el tiempo que cabalga
sobre el perfume de rosas cultivadas.
Duermen las multitudes
y en sus manos el fusil...
El fusil que ignora el sueño/
El sueño que es al fin/
lamentable y triste/
centro borroso de su blanco.
Autor: Juan C. L. Rojas
que sumerge indiferente a nuestros cuerpos/
como callada marea que memora
el degüello de nuestros ojos estupefactos/
como callada marea/
¡así se anegan las conciencias!
Charcos son de suburbios abandonados.
Aparto un poco mi corazón
de esta ruta pedregosa que transito.
Se parte en mis labios entre tanto
la tibia almendra de tus besos.
Algo distinto al mundo
removiendo un poco mi dolor.
Las tinieblas recónditas del Hombre se agazapan/
para dar el zarpazo final
sobre la cúspide vacía de sus vértebras.
Alas de aluminio moldean los crisoles
mientras su espíritu/ pesado se mueve/
entre las calles desteñidas.
Pasa el cardumen celeste
quebrando divinas tansparencias/
Es el tiempo que cabalga
sobre el perfume de rosas cultivadas.
Duermen las multitudes
y en sus manos el fusil...
El fusil que ignora el sueño/
El sueño que es al fin/
lamentable y triste/
centro borroso de su blanco.
Autor: Juan C. L. Rojas
Etiquetas:
Callada marea,
calles,
conciencia,
corazón,
dolor,
fusil,
multitudes,
rosas,
suburbios,
sueño,
tinieblas,
triste
viernes, 14 de mayo de 2010
Retazos
Lágrimas a flor de la pupilas...
Momento justo en que se funden nuestras almas
a pesar de la higuera
y su sedienta pasión de florecer.
Ya lo sé
son excusas para segar los míos
tu siembra de besos en el aire.
Ultimo cogollo de flor y fruto
devoró mi boca...
más sangró el adiós
anhelando morir el día.
Entre los dedos del corazón
se escabulle la tarde
y no pueden
detener mis manos
el triste vibrar
de la caja oscura de la noche.
Voy a perdonar nuevamente
a este muelle...
¡Maldito muelle
que obsecado sacude mi sangre!
Van a olvidar mis ojos
el desnevar violento de sus cumbres.
Ya sé que hay en ti
un rincon donde habito
en retazos que te duelen.
Dejo correr este río.
Bajo el puente de mis venas
transcurren sus fragores.
Lo dejo correr
hacia la pequeñez del mar.
¡El mar!
¡Cuán pequeño habrá de ser!
Autor: Juan C. L. Rojas
Momento justo en que se funden nuestras almas
a pesar de la higuera
y su sedienta pasión de florecer.
Ya lo sé
son excusas para segar los míos
tu siembra de besos en el aire.
Ultimo cogollo de flor y fruto
devoró mi boca...
más sangró el adiós
anhelando morir el día.
Entre los dedos del corazón
se escabulle la tarde
y no pueden
detener mis manos
el triste vibrar
de la caja oscura de la noche.
Voy a perdonar nuevamente
a este muelle...
¡Maldito muelle
que obsecado sacude mi sangre!
Van a olvidar mis ojos
el desnevar violento de sus cumbres.
Ya sé que hay en ti
un rincon donde habito
en retazos que te duelen.
Dejo correr este río.
Bajo el puente de mis venas
transcurren sus fragores.
Lo dejo correr
hacia la pequeñez del mar.
¡El mar!
¡Cuán pequeño habrá de ser!
Autor: Juan C. L. Rojas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)