viernes, 7 de mayo de 2010

Canción de sorda sombra




 (A Cesar Vallejo)
                                                               "Hay golpes en la vida tan fuertes...
                                                                golpes como del odio de Dios;
                                                                como si ante ella,
                                                                la resaca de todo lo sufrido
                                                                se empozara en el alma..."
                                                                                          Cesar Vallejo



Y marchan los heraldos.
Canción de sorda sombra sus pasos.
En lacerados pechos sus sueños fantasmales/
...y crepita tibia la sangre lenta
   lanzando en las venas
      sus ruegos de sepulcros.
Gritando en el silencio
   para lavar su amargura
      de bohemias empecinadas.
"De oro amargo es el valle
y el trago es largo... largo...".


Devuelvo la esperanza...
Devuelvo a Dios...
¡Abandona    hermano    lo imposible amado!
Deja el canto... deja el llanto.
¡Oh, telúrico altar!...
¡Que me azote en las piedras profundas
   el voráz cataclismo!
En amargo retablo te escondes
   suicidio glorioso.
Mas si ella vuelve
   ¡cantará de fiesta su oro esbelto!



Y es    Noche Buena esta noche...
Quimera de luna...
Pálidos celajes...
Bandadas locas que pasan sobre las tristezas.
Por lo amado
   sangre de astros que sueñan lleva el amor.
A veces/
   silencio siniestro y penitente.

¡Cerca de la aurora    hermano
   partirás llorando!

¿Dónde andará la amada
   mientras canta el ruiseñor?
¿Qué celaje estará mirando
   en tanto ya sobre el amor
      el frío sube hasta los hombros?

Y marchan los heraldos del corazón
   a pesar de vislumbres de adioses
      y estrellas opacas
          en esta    Noche Buena.

Autor: Juan C. L. Rojas


domingo, 2 de mayo de 2010

Caminos polvorientos

Una voz de sonido añejo.
Una voz de siglos
     oigo resonar
         dentro del vaso casi seco del amor.

Trémulos reclamos son
    de bocas sedientas/
elegías son
    de sus tragedias.

Del cuerpo sonoro emerge
    la discordia existencial
        encendida entre la carne y el espíritu.
Ella abreva a las angustias/
    la divergencia irreflexiva del Hombre.

Los hombros etéreos de esa voz
    huelen 
        a secreciones malditas de falsos dioses.
Bajo sus pies
    el mundo ha hecho añico  
        la estela de los santos.

Como una alfombra de aserrín descuidado
así están
extendida sobre el barro
    las palabras anhelantes de los poetas.
Maderos deshojados
    de antiguos verdores.
Son astillas insuficientes
    /consumidas/
por la egolatría enquistada
    en el alma expandida del mal.

¿Dónde hallará alvio entonces
    mi sed
        construida de caminos polvorientos?
¿Dónde hallaré a la flor
    que iluminará mis ojos
refrescando sus iris cansados?
¡Ay, dónde encontrará mi pecho el aroma
    y el candor felíz de la armonía!

Los hombres habrán de regresar 
    /seguramente/
        a la luz de matorrales oscuros/
A recomponer en lo silvestre
    la selva intrincada de su razón.
Se hundirán en lo inhóspito
    hasta que aprendan a cantar
la canción diferente del amor.

...tal vez    algún día
ya no sonarán
las voces de ultratumba/
y ya no habrá endechas 
    en los vasos ateridos 
de nuestros pechos.

Autor: Juan C. L. Rojas


domingo, 21 de marzo de 2010

Vergüenza

Cumplida en fecha y hora
    la rutina rumiante de lo urbano
golpea de repente a nuestros ojos
     /las sombras/


Cuando el té de la tarde
    ha desaparecido en el fondo
        de la fina porcelana...
Cuando sueña la conciencia
    nada más
        que un tranquilo divagar
se adentran    inevitables    en nuestros pechos
     /las sombras/
Las sombras de las miserias cayendo con el sol.


Un ejército de comandantes diminutos
    avanzan/
        entre cacharros y humedades.
Con olfatos cauterizados
    avanzan/
Con manos llagadas 
    y murallas
        tras la ausencia de los sueños.
Manos que prueban a diario la moneda del hoy.
El hoy sin mañana
    el futuro cayendo de su suerte.


Sus ojos oscuros atraviesan los cristales.
Allí    donde suspendo mi café 
    y salta mi vergüenza.
Se abalanzan con ungüentos
    de barros y desidias...
De avaricias tiemblan las corbatas...
    Sus colores despectivos
        se empapan de sudores temerosos.


Cosen sus senos/
    sus bolsillos/
        sus ojos.
Más tarde
    yo también
valentón camino entre ellos/
entre los despojos de residuos abarrotados.


Me asaltan temores e impotencias...
Cargo en mi maletín
    el altruismo demacrado y avaro del mundo/
También llevo mi vergüenza
    y la incertidumbre de que alguna vez
        pudieran sumar los poderosos.


Autor: Juan C. L. Rojas







jueves, 14 de enero de 2010

Bajo trincheras

No son juncos
    los que se mueven en los secos cañadones/
No son ramas/
    ni flores marchitas agitándose.
Son los brazos
    son las manos
        de los hundidos en la tierra.

Liturgia de pañuelos blancos
    /batiendo/
        llora el aire.
...Y yo observo 
    bajo una fresca hoja de trébol
        ¡los surcos profundos
    de esas frentes cansadas!

Alambre oxidado se retuerce
    sobre cercas arbitrarias 
        de vacíos estamentos.
...¡Los iones de galvánica corriente
    atraviesan la oscura entraña del átomo!

Cada tanto se renueva en la historia
    infecunda languidez del espíritu/
y en los rediles...
    una misma cosa suelen ser
        pastores y lobos.

Los corazones fueron alguna vez
    santos continentes de sueños.

Hoy el Mar Muerto husmea impávido
    antiguos hedores y heridas abiertas.

Las banderas
costean la supervivencia con sangre derramada/
y la venganza florece de espurias semillas.

Vez tras vez
    regresan con fusiles
        los espinosos retoños.

Asustado/
bajo trincheras y fortalezas endebles
    continúa deambulando el Hombre. 

Autor: Juan C. L. Rojas 





lunes, 4 de enero de 2010

Auroras abnegadas

Levanto mi espíritu
    sobre estos hombros encorvados
que todavía sueñan batallas 
    en el ruidoso cristal de su escudo.

Duermen en el pecho    entretanto 
    las fuerzas dispuestas del amor.

Hay en la madrugada
    relámpagos de voces maduras/
y tras el rumor del río
    cantan los fogones
        el bravo dolor de los pueblos.

Navega en la bruma esta barcaza
    entre el rumor de la memoria.

Sobre las estrellas
    bogan los sueños.

Nombres inquietos llevo
    sobre bandejas celestes/
Augurios de simientes
    de flores/
        de luz.

¡Qué fuerte y oscura es la vida!

...Y de nuevo el empeño
    de auroras abnegadas. 

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.