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sábado, 22 de febrero de 2014

Vana explicación. (Acerca de: "Palabras inútiles")





El prólogo de "Sobre la piel de la Tierra" surgió por cierta repugnancia... El libro en sí, nació de cierta repugnancia e impotencia.

Cuando empezé a escribir sus poemas, la guerra arreciaba en Irak, en Medio Oriente... ¡Otra vez la guerra!...

¡Es repugnante, detestable, que a esta altura del siglo veintiuno, el Hombre todavía no pueda resolver en paz sus cuestiones!... Y es porque, en este ínfimo espacio del Universo, hay seres demasiado "pequeños" (¡de sesos!)... Pero seres de arrolladora avidez, y odio monumental.

Pero también están los demás, que suelen estar muy cerca nuestro; sí, suelen estar entre nosotros. Tienen un espíritu de tal indolencia, total indiferencia, que no les pesa haberlos puesto en el poder, a esos reyes de la mezquindad. Quizás aún no se sienten afectados por el desastre que provocan.

Sí, otra vez la guerra. El desprecio total por la vida. El derroche del pan en pólvora y misiles; mientras miles de niños en el planeta se mueren de hambre, o crecen con deficiencias y carencias de todo tipo.

Cientos de veces se suele hablar de "pueblo", en variados conceptos demagógicos... Lamentablemente, ¡cuánto de razón ha tenido Maquiavelo!... ¡Cuántas veces somos culpables de lo que tenemos, por pensar en nosotros mismos en desmedro de los demás!... Al no considerar al próximo (prójimo), ¡menos al de más allá!

No aprendimos (ni siquiera con nuestro egoísmo), que del aleteo de una mariposa en el otro confín, tarde o temprano nos llegará su brisa. La Tierra es nuestro hogar. Inevitablemente, el incendio en la habitación vecina chamuscará nuestra piel.

...Mencioné al arte también, allí en el texto; ¿lo nombré con cierto vilipendio?... Corrijamos entonces: No será el arte quien deba pagar las facturas; sí, el concepto erróneo que el mundo suele tener acerca del arte; ello es lo que debe correr con las cuentas. Mucho de ese arte suele llegar como "adornillos" a la casa de los poderosos, para engalanar aún más su ostentosidad; pero esos objetos no conmoverán sus corazones, en piadosa acción concreta hacia el bien común... ¡Sí, puede que de ellos surja algunas migajas!... sólo para calmar sus conciencias.

¡Ja! ¡Algunos expertos buscan la "sutileza" del arte!... y el verdadero arte suele ser crudo, como la crudeza horrenda de la realidad.

Por ahí la portada de mi libro. Yo mismo lo armé; de lo que surge aquí y allá sobre la piel de la Tierra. Asumo la culpa.

Estampas anecdóticas, habrá dicho algún "artista"... ¡Oh, cuánto anecdotario, para mejorar, para corregir, para desterrar del mundo en que vivimos! http://www.informador.com.mx/internacional/2009/67123/6/la-violencia-no-justifica-mas-violencia-en-oriente-medio-onu.htm

Juan Carlos Luis Rojas 



domingo, 4 de marzo de 2012

Luvina


                                                           (Me soltaron y me dijeron: «Te amarramos 
                                                           porque cuando llegaste vimos que se te había 
                                                           perdido el alma, que tu alma te andaba buscando, 
                                                           y te amarramos para que te encontrara.»”.)
                                                           JUAN RULFO




Caigo en esta desolación
    donde muerde a la piel 
        estas llamas del viento.

  

Proyectiles y areniscas.   
Un sólo haz bajo el sol
    para fundir los sueños/      /duros sueños/
 que van de nuevo barranca abajo           /tumbados/
       por la salvaje oquedad del horizonte.

Pudieran tus manos 
  blindar mi frente/    
para avanzar
      una vez más         como lanza perfumada
   /rompiendo/       el negruzco pantano del aire.

Pudiera ser mi sangre 
    potente mar
       atravesando los corales.
  
 ...Y soy...    a pesar del cruel descarne
   del desierto...  soy jinete trashumante
    que te sueña/      sabiéndote
    oasis inminente
          en los fulgores de la dicha.

Juan C. L. Rojas

viernes, 29 de abril de 2011

Lucha

Esta lucha mía/
desvergonzada/
de tenaz sueño adolescente
    cosida en cuerdas de acero en mis manos templadas.

Este vigor en las sombras
    donde arde mi espíritu
        a horcajadas sobre escaleras endebles.

Vehemencia mesiánica
    que desenredar pretende
        las trenzas sin concierto
    donde pende el tembladeral...
         titirital humano del que soy también
            gota de espuma/
                movedizo muelle/
                    aprendiz de equilibrista/
simple andante palaciego 
    o rey    sin reino ni princesas.


Quijotesca ingenuidad/
fortaleza de átomo invisible/
insulsa visión
    que congrega alegorías de arena/
confín de los médanos/
montículo verde en océano sideral.


¡Oigo! ¡Sí, oigo!... el son de los sueños/
rotos cristales    entre cofres y herrumbres...
sonar de batallas, retumbos
    en esta memoria sin manos
        vedadas de tibias caricias
    en el callejón oscuro del tiempo
donde degolladas ruedan
    las frutas tímidas del amor.

...Y dormiré    seguramente    por fin/
con esta flor clavada en mi pecho
    ¡mas no aún!
no antes del último tropel
    hollando mi cuerpo.

Autor: Juan C. L. Rojas

sábado, 4 de diciembre de 2010

Estrellas colapsadas

Lento amanecer.
Desperezo infecundo de la desazón.
La conciencia se aclara
    y en vigilia aún
        la carga retroactiva de la tristeza.

Desde mi rascacielo observo
    a estrellas colapsadas/
Y el vacío se expande
    desde el alfiler prendido en el corazón.

Sí...
    tendría que rodar un planeta
        para aplanar la áspera rugosidad
            de estos sismos abiertos.
        Este estilete rojo y frío
            llega con su color punzante
    hasta el codo irredento de la esperanza.

Afiebrado despertar me trae
    el nacimiento de este invierno.
Intima inspiración
    de oscuridades invencibles.
¡Volver y volver
    a la tierra histórica de los degüello!

Sí/
    han de rodar los planetas
        sobre las piedras de los ojos desorbitados.

No/
No hay    solo un llanto en el mundo...
Pero no hay oídos y el aire se marea
    en la tinta desesperada de los diarios.

Añoso y fuerte crece el árbol
    que abunda en frutos de soledad.
¿Quién ha de remediar esta conciencia
      salpicada de ocultas sangres?
¿Quién ha de ser
    la inspiración retroactiva de la alegría?

Hieren/
    vuelto hacia adentro/
        los cristales salinos de los ojos.

¡No!
¡Ni con el cañón en sus hombros
    se hará vil    esta guerrera mansedumbre!
¡Ni aún cuando el pánico
    desparrame sobre la piel herida
        sus aguas salobres!

¿Cuáles serán las manos continentes/
    de estas
        ya desprendidas de los brazos?

¡Así!
¡De vaciedades
    también sueñan los cielos!

Autor: Juan C. L. Rojas
   

miércoles, 14 de octubre de 2009

Siembra sobre el papel

Me detengo en las palabras/
    ¡estas pobres palabras!/
Ladrillos rudimetarios del sentimiento
    que cayeron en mis manos
        de inexperto albañil de la expresión.

Ah, si pudiera ser poeta de elocuente sabiduría
    para describir la tristeza de aquellos ojos/
Las semblanzas del hambre
    y la impotencia que emerge
        de la sed de justicia.

Que rebelde lluvia fuera la tinta
    para salpicar con su voz
        los pétreos rostros
            de indiferencias y soberbias.

Ah, si pudiera mi corazón/ mi pluma/
    mezclar en el crisol nuevas alquimias
        para develar el mezquino
            misterio de los trigales.

¿No bastan acaso para el fuego
    esas miradas de ruegos y desesperanzas?
¿No bastan para la indignación
    los otros ojos engordados
        del desinterés y la desidia?...

Porque no es poco/
    me basta para el dolor
        las calles oprobiosas de mi patria.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.